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ahorro de agua y energía en calefacción

Ahorro de agua y energía en calefacción

La calefacción es el principal consumidor de energía en los hogares españoles. De hecho, un estudio detallado reciente realizado en 600 hogares españoles concluyó que la calefacción representa el 63% del consumo energético, ¡más que la suma de los electrodomésticos, el agua caliente, la cocina y la iluminación! Desde el punto de vista de los datos, si queremos conseguir ahorros en las facturas de energía, debemos hacer de la calefacción una prioridad.

En este artículo vamos a pasar revista a las iniciativas más efectivas y baratas para ahorrar en calefacción durante el invierno.

1. Ajustar la temperatura en cada estancia (Potencial de ahorro: 10-20%)

El calor necesario para todas las habitaciones de una casa no es el mismo. Por lo tanto, la situación ideal es proporcionar suficiente calor para cada espacio, en lugar de la misma temperatura en toda la casa. un ejemplo:

Por lo general, no se queda en una habitación sin calefacción durante mucho tiempo, como un sótano o un trastero.

Las habitaciones frescas deben mantenerse entre 15 y 17 ° C, como dormitorios o pasillos.

Las salas de calor moderado, como la cocina, donde se requiere cierto nivel de actividad física, requieren un aire acondicionado moderado. El confort en invierno ronda los 18 ° C.

Una habitación más cálida, es decir, una habitación donde suele sentarse sin hacer ejercicio, como la sala de estar. Estos permanecerán entre 19 y 20 ° C.

Ajustando adecuadamente la temperatura de cada habitación, la temperatura promedio en el hogar se puede reducir en aproximadamente 1 o 2 ° C sin resfriarse. Y cada 1 grado por debajo de la temperatura media de la casa, significa que el consumo de energía de calefacción se reduce en aproximadamente un 10%.

2. Al salir de casa… apagar (Potencial de ahorro: 10-20%)

Mucha gente cree que para reducir el consumo es mejor mantener una temperatura constante (o casi constante) las 24 horas del día. Quienes defienden esta idea creen que si baja la temperatura de la casa, se debe utilizar más energía para restablecer una temperatura agradable. Sin embargo, las opiniones de los expertos son unánimes: apagar la calefacción por la noche o fuera de casa consume menos energía que mantener la calefacción.

El motivo es simple: mantener una temperatura determinada en el hogar (por ejemplo, 20 ° C) requiere un suministro continuo de energía, porque el calor del hogar se pierde por paredes, ventanas o techos, que hay que compensar. La energía que debe aportar el sistema para mantener una temperatura determinada aumentará a medida que suba la temperatura exterior … y empeore el aislamiento de la casa. Sin embargo, a medida que la casa se enfría, la pérdida de calor disminuirá porque la diferencia de temperatura entre el interior y el exterior es menor. Cuando se apaga la calefacción, el sistema deja de desperdiciar energía para compensar la pérdida de calor. Y la energía perdida es mayor que la energía necesaria para restaurar la temperatura.

3. Evitar pérdidas de calor al ventilar (Potencial de ahorro: 15-20%)

Una buena ventilación de la casa puede eliminar los olores y renovar el aire. Además, puede evitar la acumulación de humo de los materiales de construcción y favorece la humedad suficiente del aire interno.

La ventilación siempre provoca una cierta pérdida de calor, pero depende de la tecnología que utilicemos. Un método común de ventilación es el «escalonado», abriendo las ventanas de cada habitación durante mucho tiempo y manteniendo las puertas cerradas para evitar molestos golpes o enfriar el resto de la casa.

Sin embargo, los expertos en conservación de energía recomiendan una técnica alternativa: abrir las ventanas de toda la casa al mismo tiempo, manteniendo abiertas las puertas que conectan las habitaciones. El flujo de aire resultante renueva completamente el aire de la casa en unos pocos minutos. Este sistema puede reducir el tiempo de ventilación y en gran medida evitar que las paredes se enfríen (recalentarlas requiere un consumo de calor adicional).

4. Purgar los radiadores (Potencial de ahorro: 5%)

Los radiadores de agua caliente (los más habituales en los hogares españoles) deben completarse cada año al inicio de la temporada de frío: eliminando el aire que se acumula en ellos y evita que se calienten correctamente. Esto es fácil y solo toma unos minutos. Debes abrir el purgador que tiene cada radiador. Por lo general, tiene un espacio y debe girarse con una moneda o un destornillador de punta plana. Debe colocarse un recipiente de vidrio u otro recipiente debajo de la tubería de drenaje para evitar que el agua se desborde. La válvula solo debe abrirse un poco, de lo contrario, es posible que salga agua. Cuando el aire deja de fluir y solo sale agua, es hora de apagarlo.

Si el aire se ventila correctamente, toda la superficie del radiador se calentará después de encender el calentador (el calor en la parte superior del radiador con aire tiende a ser menor).

5. Instalar un buen termostato (o varios)

El termostato es un práctico dispositivo que ayuda a mantener la casa a la temperatura deseada. Cuando alcanza el grado establecido, apagan la calefacción y la vuelven a encender cuando baja de nuevo.

Los termostatos tradicionales son baratos, pero no se pueden programar. El más común es el llamado bimetal, que generalmente tiene una pequeña rueda que debe girarse para indicar la temperatura requerida. El problema es que no son muy precisos y el rango de error es de 1-2 ° C. Además, utilizando este tipo de aparato es fácil encender la calefacción innecesariamente por olvido.

El llamado «termostato temporizador» es un termostato digital programable. Son más precisos y pueden encender o apagar la calefacción en un momento específico, o mantener la temperatura en un valor definido en diferentes intervalos de tiempo y días de la semana. Son mucho más caras (pueden partir de 60 euros), pero constituyen una inversión rentable porque nos permiten ajustar mejor la temperatura según sea necesario.

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